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LEVANTE EMV

Los cortes de tráfico provocan problemas al personal de la F1 y vacían muchos negocios de restauración

panorámica. Imagen de parte del trazado automovilístico, donde se aprecian muchas de las gradas y las lonas que ocultan los edificios en ruina de Joan Verdeguer y las naves de la Cross.
 efe/kai fösterling
M. V., Valencia
El Gran Premio de Europa de F1 ultima sus preparativos mientras los vecinos y comerciantes de las zonas limítrofes empiezan a desesperarse por la situación, sobre todo después del macrocorte de tráfico que se llevó a cabo en la noche del lunes. "Caos en sí no hay -explicaba ayer uno de los agentes encargados de controlar los accesos a la zona portuaria-. Lo peor es que sólo se ha habilitado el paso al circuito por el puente de Astilleros y, sin embargo, casi todo el mundo intenta entrar por la avenida del Puerto".
De hecho, los principales "damnificados", al menos en la jornada de ayer, fueron los trabajadores que, de una forma u otra, participaban en el montaje del circo automovilístico. "Tengo que montar una de las carpas de la F1, llevo mi acreditación y me han dicho que tengo que entrar por la avenida del Puerto, pero ahora, una vez aquí, me dicen que de eso nada, que me tengo que ir a otra parte, dar un rodeo enorme y entrar por otro lado", se quejaba un empleado de Suministros Hoteleros García. "Tienen que venir dos camiones más con material y todos tenemos las mismas instrucciones. Que se aclaren porque nos van a volver locos", reclamó.
"No podemos hacer más -señaló un policía local-. Llevo toda la mañana desviando a la gente hacia la calle Joan Verdeguer a través de J. J. Dómine para que, al final, vayan a parar al puente de Astilleros. No tiene sentido que la organización les diga que deben entrar por un lado -la avenida del Puerto- y, luego, mantengan ese acceso cerrado a cal y canto, sobre todo cuando la mayoría de trabajadores ni siquiera son de aquí y andan completamente perdidos".
Controles cada 50 metros
Para llegar al cruce de la avenida del Puerto con J. J. Dómine había que atravesar ayer al menos dos controles policiales y otros tres si se pretendía acceder por el puente de Astilleros. "Tan sólo se deja pasar a vehículos de servicio público -siempre después de comprobar cuál es el destino del turismo- y al personal acreditado", aseguraron los agentes.
Con tales inspecciones, no es de extrañar que los negocios de restauración ubicados en los alrededores del circuito estuviesen ayer prácticamente vacíos. "De momento está siendo desastroso -afirmó el responsable de un establecimiento de J. J. Dómine-. La zona está blindada, así que por aquí no pasan demasiados visitantes porque el que puede se va por otro lado para evitar el jaleo".
Los vecinos de la fachada marítima también sufrieron ayer las consecuencias de los primeros cortes de tráfico aunque en menor medida, puesto que la gran mayoría se había informado con anterioridad y había dispuesto una ruta alternativa a la habitual. "Es incómodo circular así -advirtió Manuel, vecino de Dr. Lluch-, pero ya sabíamos que esto iba a pasar".
José, residente en J. J. Domine, indicó, por su parte, que "sólo hay que armarse de un poco de paciencia porque hay más follón de lo normal, pero se puede llegar prácticamente a los mismos sitios que un día normal, a excepción del puerto, claro está". Aún así, todos cruzan los dedos para que los cortes"se mantengan en los próximos días y no vayan a más, ya que "la situación sería mucho más complicada", aunque se temen que eso "será imposible".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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