De piso portuario a mirador de lujo

LEVANTE EMV

Cientos de personas trabajan ya para preparar y acondicionar las terrazas y balcones de J. J. Dómine

 

Muestra de cómo quedarán los pisos, con los paneles forrados a modo de paredes y suelo.
 
M. Vázquez, Valencia
Mónaco ha sido este fin de semana la capital internacional del glamour, el lujo y el exceso. Valencia lo será a finales de agosto y, para no desmerecer lo más mínimo respecto a los monegascos, cientos de personas ya están trabajando en la sombra de cara a buscar y conseguir los mejores materiales para vestir los lugares desde los que personajes VIP de todo el mundo asistirán al espectáculo de la Fórmula 1.
Una vez pasada la borrachera de precios en las comunidades de vecinos de J. J. Dómine, las empresas organizadoras que pujaron hasta lo indecible por hacerse con las azoteas de la zona estudian ahora cómo convertir los balcones de los edificios portuarios en exclusivos miradores por los que correrá incesante el champán francés, entre otros excesos.
"Lo habitual es decorarlo todo con telas de colores neutros. Montar la terraza en clave minimalista y poner algún punto aislado de color", explican fuentes de una de estas firmas especializadas en preparar estos eventos de lujo. En caso de que una multinacional haya alquilado una azotea al completo para agasajar a sus invitados -algo bastante corriente en este tipo de acontecimientos-, los expertos apuestan claramente "por el color corporativo de la empresa como única nota destacada en la decoración para, así, reforzar la imagen de la marca".
Pero, ¿cómo se pasa de piso familiar de los años 60 a elegante balcón para ejecutivos? "Con mucha tela… metros y metros de tela", detalla el especialista. Los profesionales de la organización de estos actos toman medidas, lo primero, de las viviendas y azoteas que deben reconvertir en zonas exclusivas. "Lo más difícil -aclara el hombre- es arreglar los pisos, porque las terrazas son espacios abiertos en los que podemos trabajar con más libertad y que nos ofrecen muchas más posiblidades".
Los trucos
Una vez que saben con exactitud las dimensiones de las estancias que atravesarán los invitados en su camino hacia los miradores, los expertos se hacen con suficientes paneles -los forran con telas de colores neutros, a modo de pared- como para recubrir muebles y muros hasta ocultarlo todo y dejar un espacio medianamente diáfano, libre de estorbos y, por supuesto, de objetos personales de los inquilinos.
A continuación entran en juego los muebles, las cortinas y, si es necesario, la moqueta -o más paneles forrados simulando el suelo-, "también en tonos neutros". El conjunto de todos estos elementos debe crear un ambiente elegante y sereno, mientras que las flores, los detalles y los pequeños toques de color jugarán la carta final para conseguir una sensación de clase y distinción en miradores y zonas de interior. "No se trata sólo de ofrecer mucho lujo -finaliza el especialista-, sino de conseguir una ambiente cómodo, limpio y luminoso en el que los clientes se sientan a gusto y no como si estuvieran en la casa de un desconocido que es, realmente, donde están".

 

 

 

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